Necesitamos tener pleno conocimiento para ejercer y gozar de nuestros derechos sexuales, reproductivos y (no) reproductivos, desde una perspectiva de equidad de género y diversidad, con herramientas para la efectiva prevención y erradicación de las violencias.
Por Nikolás Goméz
La Educación Sexual Integral / Educación Integral en Sexualidad es el derecho que abre la puerta al reconocimiento de otros derechos: derecho a expresarnos de la forma que nos guste y podamos, derecho a relacionarnos con quien queramos, derecho a cuidarnos a nosotres mismes y a nuestros afectos desde el respeto y la empatía, derecho a vivir nuestra sexualidad e identidad de género libre de violencias, derecho a tomar decisiones informadas, derecho a la salud integral, derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, derecho a una educación de calidad, derecho al acceso universal a métodos anticonceptivos, derecho a formas de prevención y sensibilización en cuanto a e infecciones de transmisión sexual, derecho al goce y al disfrute en nuestras relaciones sexoafectivas…y así podríamos seguir nombrando muchos otros más que recogen los principios universales de igualdad, no discriminación y visibilización de las voces y deseos de jóvenes y adolescentes en pos de una vida plena y el cuidado de la salud personal y colectiva.
La Educación Sexual se expresa en términos de acción y movimiento, ya que cuando hablamos de procesos de identidad y de sexualidad podemos llegar a comprender que vivimos en sociedad y que las construcciones sociales están sujetas a constantes cambios y desarrollo. En este sentido, el lenguaje y la cultura son el alimento del cual nos abastecemos para pensarnos a nosotres mismes y reflejarnos en aquellas personas que nos rodean, para aprender distintas representaciones de la realidad, para reconocer la diversidad de formas de ser y sentir, para ser capaces de buscar soluciones a problemáticas que nos atraviesan y de situarnos, en definitiva, como sujetxs de derecho comprometides en habitar este mundo pluralista y heterogéneo.
La sexualidad, tal como es entendida desde la Organización Mundial de la Salud,
“abarca una multiplicidad de aspectos que van desde lo biológico, pasando por lo psicológico, lo social, lo cultural, lo ético, lo legislativo, lo económico y demás, rozando distintos estratos de los mismos y conmoviendo las diferentes estructuras inherentes.”
En este sentido, desde las primeras décadas del siglo XXI cuando se amplía la perspectiva de derechos humanos a nivel internacional, se empieza a pensar en la Educación Sexual como una política pública, que es transversal e integral a todas las aristas sociales, y que pretende intervenir directamente en el sistema educativo, pero también en el sistema de salud, económico, político, jurídico e institucional (Colectivo Mariposas Mirabal, 2019). Para ello, el Estado debe abogar para que la ESI/EIS se implemente, haciendo de puente para que todos los derechos anteriormente mencionados se materialicen.
Asimismo, los movimientos de jóvenes y adolescentes, feminismos y el colectivo de disidencias sexo-genéricas o LGBTTTIQNB+, a la vez que sindicatos, organizaciones sociales y otros ámbitos institucionales, se articulan como actores y actrices políticxs para crear un lenguaje común en clave de géneros, identidades y sexualidades que se traslada al campo educativo (Lavigne y Péchin, 2021). Entendiendo a la escuela como cartografía en donde habitan todas las transformaciones socioculturales, y a la vez en donde se construye ciudadanía, estos movimientos reivindican a la ESI como dispositivo de resistencia frente a aquellas prácticas tradicionales y conservadoras que se encargan de reproducir estereotipos, relaciones de poder y que silencian la autonomía de les estudiantes en sus distintos niveles.
Es hora de que empecemos a tejer narrativas que sean impulsadas por las voces de les propies jóvenes, que reivindiquemos que el derecho a la educación y el derecho a la identidad no se pueden ejercer de forma separada, que nos comprometamos a erradicar la violencia, los tabúes y los estigmas por motivos de género, orientación sexual, etnia, discapacidad, clase social y/o edad.