¿Qué es la salud integral?
Lo primero que tenemos que saber es:
Salud no es ausencia de enferemedad
Como activistas sociales no simplificamos realidades complejas con conceptos binarios.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud implica libertades y derechos: entre las libertades se incluye el derecho de las personas a controlar su salud y su cuerpo sin injerencias de ningún tipo, como la violencia física, psíquica o simbólica. Los derechos incluyen el acceso a un sistema de protección de la salud que ofrezca a todas las personas las mismas oportunidades de disfrutar del grado máximo de salud que se pueda alcanzar.
Demandar salud es, también, exigir que las condiciones de vida de las personas sean mejores.
El derecho a la salud es parte fundamental de los derechos humanos y de lo que entendemos por una vida digna.
Algunos antecedentes
En el plano internacional, se proclamó por primera vez en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 1946, en cuyo preámbulo se define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades”.
En la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, también se menciona la salud como parte del derecho a un nivel de vida adecuado (Art. 25).
El derecho a la salud también fue reconocido como derecho humano en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1966. Allí se definieron además cuatro elementos indispensables para garantizar la salud:
Que haya cantidad suficiente de centros, bienes, servicios, programas y personal de salud para garantizar el acceso universal a este derecho.
Que no haya discriminación de ningún tipo en la atención de la salud, que los centros, bienes, servicios, programas de salud e información sean accesibles física, intelectual y económicamente.
Que la atención de la salud sea regida por la ética de profesionales de la salud, que en los centros y servicios de salud se respeten la cultura, tradiciones y valores de las personas así como también su diversidad.
Que desde el punto de vista científico, humano y tecnológico, la atención de la salud, los centros, bienes, servicios y programas de salud sean adecuados y de buena calidad. Para que eso suceda se requiere que el personal de la salud esté capacitado, bien remunerado y que la información que brinden a las personas sea completa.
El derecho a la salud es importante para todos los Estados: todo Estado ha ratificado por lo menos un tratado en el que se reconoce ese derecho. Además, los Estados se han comprometido a protegerlo en el marco de declaraciones internacionales, leyes y políticas nacionales y conferencias internacionales.
Algunas definiciones
El ejercicio pleno de la salud integral, exige mucho más que el articulado de una ley, tratado o convención. Exige, entre otras cosas, materializar la concepción de la salud en sus tres dimensiones, entendiéndola como entidad bio-psico-social.
Considerar la salud mental integralmente, implica que está sujeta a la diversidad y trasciende la mera ausencia de enfermedades mentales, abarcando aspectos como el bienestar subjetivo, la percepción de la autonomía, la competencia, la dependencia intergeneracional y la autorrealización de las capacidades intelectuales y emocionales.
La vulneración de los derechos humanos repercute en la salud mental afectando no sólo al individuo sino también a su entorno. El sufrimiento psíquico puede aparecer en momentos de crisis puntuales o formar parte de situaciones más prolongadas en el marco de trastornos, problemas de salud mental y/o injusticias sociales. El acceso a información sobre estas situaciones favorece la comunicación de sentimientos, miedos e inquietudes, reduciendo así nuestros prejuicios y el estigma.
La salud sexual contempla aspectos que van más allá de las infecciones de transmisión sexual (ITS), la reproducción y la anticoncepción, si porque incluye también la posibilidad de tener experiencias sexuales consentidas, seguras y libres. El acceso a la información acerca de métodos de cuidado, deseo, placer y prevención de la violencia y la discriminación también forman parte de la salud sexual, en la medida que nos permite tomar decisiones de manera autónoma. En resumen, tampoco puede haber salud sin salud sexual.
La salud comunitaria incluye la participación directa de las personas en las cuestiones relacionadas con su salud. Esta perspectiva contempla todos aquellos aspectos de la construcción cultural de las diferentes comunidades, que son, a su vez, determinantes sociales de la salud. Las comunidades se constituyen por personas que se identifican entre sí por sus afinidades o por un sentido de pertenencia generacional y/o cultural.
Cada comunidad cuenta con saberes y prácticas propias, construidas a partir de valores e ideas, hábitos y costumbres, mitos, creencias y prejuicios, los cuales son transmitidos de generación en generación. Las personas que integran una comunidad comparten historias y afectos incluso viviendo en lugares distintos. El rol de les promotores de salud es esencial para favorecer el involucramiento de la comunidad en su cuidado. De esta forma se pueden aplicar distintas estrategias de promoción y prevención que se adecúen a cada contexto de una manera consensuada
No es asunto exclusivo de la medicina o la biología, sino que es una materia en la que tienen injerencia, además, múltiples disciplinas, entre ellas la economía, la sociología, la estadística y la demografía. Su construcción está dada a través de políticas públicas en distintos niveles del Estado, orientadas a la promoción de la salud, prevención, asistencia, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
historias y afectos incluso viviendo en lugares distintos. El rol de les promotores de salud es esencial para favorecer el involucramiento de la comunidad en su cuidado. De esta forma se pueden aplicar distintas estrategias de promoción y prevención que se adecúen a cada contexto de una manera consensuada